
Uno de los momentos más enriquecedores que he vivido como facilitadora ocurrió en una sesión de coaching grupal.
No era la típica clase de “profesor–tema–alumnos”, sino un espacio donde cada persona traía sus preocupaciones reales y las ponía sobre la mesa. Ahí, la inteligencia colectiva hacía el resto.
El desafío de un líder
Ese día, un participante levantó la mano y compartió su inquietud: “Siento que cuando me comunico con mi equipo, el 80% del mensaje se pierde en el camino”.
En lugar de culpar a los demás, lanzó la pregunta más incómoda:
“¿Y si el problema está en mí?”
El momento decisivo
Con esa duda, decidió actuar. Convocó a su equipo y les pidió algo poco común:
“Necesito que me den feedback. Aquí tienen una hoja en blanco. Escriban mis fortalezas y mis áreas de mejora. Tienen 10 minutos.”
Y salió de la sala.
Imagínate la tensión de ese momento: un jefe que reconoce que no siempre llega con claridad… y un equipo con la libertad de escribir lo que piensa.
Cuando volvió, recogió las hojas. No todos participaron, pero la mayoría sí. Y ese simple gesto marcó un antes y un después.
Lo que descubrimos
El líder organizó cada comentario, lo transformó en un plan de acción y se comprometió a mejorar.
Ese acto de humildad y valentía no solo lo hizo crecer a él: también fortaleció la confianza del equipo.
El salto que inspira
“Volar solo” no significa hacerlo todo sin ayuda, sino atreverse a mirarse en el espejo, escuchar y transformar.
Las herramientas como la ventana de Johari son útiles, sí, pero lo esencial es la decisión de abrirse al feedback.
Como organizaciones, nuestro rol es generar esos espacios seguros para que los líderes puedan dar ese salto. Porque cuando un líder crece, todo su equipo también lo hace.
Lo que esta historia nos enseña
- Cualquiera puede “volar solo” cuando decide mejorar. El cambio empieza con una decisión y acciones distintas.
- Los entornos importan. Esto no hubiera ocurrido sin un ambiente de confianza, respeto y comunicación.
Abrir nuevas ventanas de aprendizaje permite cuestionarnos cómo nos ven y cómo queremos evolucionar. Herramientas como la ventana de Johari pueden ser un punto de partida.
Un salto al vacío, que valió la pena.
Lo que hizo este líder fue un acto de humildad, valentía y compromiso. Nadie lo obligó. Simplemente tomó la decisión de escuchar y actuar.
Como organizaciones, nuestra responsabilidad es crear espacios seguros y oportunidades reales para que las personas se atrevan a dar ese salto.
Porque cuando un líder crece, todo su equipo también lo hace.
👉 En Cegos LATAM diseñamos experiencias que ayudan a pedir, recibir y aplicar feedback de manera efectiva, transformando la teoría en acción real.