La cara y la cruz de los entornos híbridos de trabajo
Del confinamiento dictado a raíz de la COVID-19 y la progresiva digitalización del entorno laboral ha surgido un nuevo modelo de trabajo: los entornos híbridos. Suelen tener más defensores que detractores, en algunos aspectos no es oro todo lo que reluce.
Ya nada volverá a ser como antes. Esta es una de las principales lecciones aprendidas en la parte más complicada de la pandemia. Las relaciones y prácticas laborales son las que se han visto más afectadas por la progresiva digitalización que empresas y empleados debían adoptar si buscaban mantener sus negocios y puestos de trabajo, respectivamente, a salvo. La carrera de fondo no ha sido fácil, pero ahora, una vez visto que la combinación del trabajo presencial con el remoto es igualmente efectiva, empezamos a vislumbrar los pros y los contras de estos nuevos entornos híbridos de trabajo.
Mayor flexibilidad y productividad en entornos híbridos de trabajo
En la lista de pros cabría diferenciar entre aquellos de los que se benefician los empleados y aquellos de los que se benefician, de manera indirecta, las compañías. En el primer grupo, destaca el impacto que los entornos híbridos tienen en el bienestar y estabilidad emocional de los empleados. Estos disponen de una mayor flexibilidad horaria, lo que les permite conciliar mejor su profesión con su vida personal y familiar, algo que permite reducir los niveles de ansiedad y estrés de los empleados. El hecho de no tener que desplazarse a diario hasta el centro de trabajo también significa tener que invertir menos dinero en desplazamientos, almuerzos, etc., algo que a la larga representa un ahorro significativo.
Todo lo anterior se traduce, además, en una mejor gestión del tiempo, así como en una mayor capacidad anticipativa y resolutiva. Una mayor eficiencia individual que redunda, a su vez, en la productividad del negocio. Pero la empresa no solo gana en términos monetarios, sino que dispondrá de unos colaboradores más satisfechos y comprometidos con su trabajo, lo que redunda en una mayor autoexigencia a la hora de cumplir objetivos. Y no hay que olvidar que, contar con empleados más comprometidos, permite reducir los índices de absentismo laboral y de rotación.
Dificultades para desconectar del trabajo
Por otro lado, el informe 'COVID-19 Global Impact' de Cigna también ha puesto sobre la mesa los que, en opinión de la compañía, son los cuatro principales riesgos que entrañan estos renovados modelos de trabajo. Se trata de:
- Intensificación del sedentarismo y reducción de la actividad física, debido al incremento de días que se teletrabaja.
- Deterioro de la salud mental, a causa de la falta de contacto físico con el resto de los compañeros, algo que puede provocar sensación de aislamiento o soledad.
- Dificultad para detectar y atender las patologías crónicas de los empleados, algo que puede afectar a su rendimiento laboral.
- Aumento de problemas de ergonomía derivados de la falta de mobiliario y la poca atención que prestamos a nuestra salud postural.
El hecho de que ahora la frontera que antes estaba tan bien definida entre el espacio laboral y el personal o familiar también provoca que la mitad de empleados no puedan desconectar del trabajo ni siquiera cuando están de vacaciones. Y es que el porcentaje de empleados españoles que afirman vivir conectados las 24 horas a su trabajo asciende al 79%, un 10% más comparado con los resultados obtenidos a principios de 2020, según el informe de Cigna. Un hecho que también pone de manifiesto otro reciente estudio, esta vez elaborado por Workday junto a Yonder Consulting, y que subraya cómo un 42% de los empleados europeos se sienten obligados a estar siempre disponible para jefes, colegas y clientes mientras trabajan en remoto.
Aunque con flecos que cabrá pulir en el corto plazo, los entornos híbridos de trabajo se han convertido en un elemento fundamental no solo para atraer talento a la empresa, sino también para fidelizarlo. ¿Es tu empresa una de las que ya disfruta de las ventajas que representa?